Por Alejandro Celaya
Columna Opiniones
Nos acercamos al final (muy esperado y necesario) de las campañas políticas. Son demasiadas cosas para analizar o al menos para comentar, y con el objetivo de hacerlo práctico, comparto algunos comentarios.
Me parece que aún como sociedad, estamos lejos de asumir nuestra parte de responsabilidad, creo que aún se busca un héroe, un salvador, o un caudillo que nos saque de la situación en el que nos encontramos y al mismo tiempo también buscamos un depósito de nuestros enojos, nuestras culpas, nuestras irresponsabilidades, nuestras crisis y nuestros fracasos, es decir buscamos esos anti-héroes, villanos históricos, verdugos de nuestro bienestar o un chivo expiatorio. Es paradigmático escuchar “ganamos” o “perdieron”.
La raíz puede ser el adoctrinamiento educativo que la mayoría de los mexicanos nacidos antes de 1985 sufrimos. Por ejemplo Santana, el gran villano nacional vendió la mitad del territorio; pero poco se sabe que en esa guerra, la ciudad de Mexico apapachó a los gringos porque pagaban en “cash”, mientras los nacionales (llámese gobierno) consumían a crédito. Nadie dice que en medio de la guerra, estados como Oaxaca se declararon “neutrales” ante la invasión americana y otros estados del sur buscaban también su independencia tratando de aprovechar la debilidad política del gobierno central. Tampoco se recuerda que ciertos sectores de la capital pidieron al General Scott gobernar México o que solo 7 de 19 estados de ese entonces aportaron recursos para luchar. El resultado de esa división interna fue la pérdida de la mitad del territorio nacional, la responsabilidad fue de muchos, aunque la historia (oficial) solo se lo carga a uno.
De igual forma sucedió en la intervención Francesa, la Revolución Mexicana y la guerra Cristera. Defender los intereses adquiridos, ampliarlos, sumar, adquirir privilegios y/o lograr objetivos personales disfrazados de intereses nacionales fueron las constantes en estos eventos sociales. Lo que trato de decir es que México es un país sumamente dividido e individualista, donde al mismo tiempo existen muchas contradicciones.
Leí recientemente que una de las estrategias electorales del presidente Peña es no enfocar sus baterías a favor de quien se quiere ganador, sino por el contrario afilarlas contra quien se desea perdedor.
Además, considero que existe cierta altero-fobia, manifestada en una especie de enojo/envidia por el progreso ajeno, solo recuerden a los famosos cangrejos mexicanos. Si esta analogía les parece trivial pueden apoyarse con la historia de Mexico o leer el artículo de la revista Nexos “El Mexicano hoy, igual de liberal pero más Salvaje”.
Manuel Bartlet, es satanizado por los panistas, le achacan (con razón) el fraude electoral del 1988, pero olvidan convenientemente que el PRI aun en sus años de poder no lo hizo solo, sino en contubernio con la dirigencia del PAN de esos años, quien en primer instancia traicionó a su propio candidato Manule J. Clouthier, y pactó como premio la primera gubernatura panista (Ruffo Apel en 1989). De ese pacto de colaboración en el fraude no hablan los panistas de hoy… qué triste.
Otro pacto contra la democracia entre panistas y priistas fue la de Fox en el 2006. Ya lo dijo el mismo Jorge Castañeda, hoy coordinador de la campaña de Anaya; se pactó entre empresarios, gobierno y el Pan para impedir la llegada de López a la presidencia. Pese a estas confesiones y múltiples evidencias las buenas conciencias de algunos panistas, políticos y simpatizantes no recuerdan.
Por el contrario con cierto cinismo aluden al sabido “el fin justifica los medios” o su versión moderna “fraude patriótico”.
Pues bien, aunque ahora pese e incomode, los que quedaron fuera del pacto (si existiera) son ellos mismos. Su candidato se peleó con todos y dejo muchos cadáveres en el closet que ahora le están cobrando las facturas.
Parafraseando a Jhon Foster Dulles “las élites mexicanas, no tienen amigos, tienen intereses”.
Rechazan las encuestas, pero cuando López lo hizo en el 2006 y luego en el 2012 le dijeron de todo. Ahora que las encuestas no favorecen a sus candidatos, ni siquiera la de Coparmex (que no podemos decir que este a favor de López). Su respuesta son exactamente las mismas de aquel López de hace unos años; explícitamente las descalifican, demeritan, y argumentan contra ellas con verdades a medias. Dicen los abuelitos que “el que las hace, no las consiente”.
Que lejos están los políticos de las realidades del país. Nadie defiende a policías ni militares, que mueren a diario en una lucha donde todos pierden. Se degradan todos los sectores sociales, maestros, médicos, policías y militares son ninguneados por diversas razones. La institución militar, que aun goza de cierto prestigio comienza a ser pateada, apedreada y sobajada por un populacho con camuflaje de sociedad sin que nadie ponga un alto. Los militares enfrentan una lucha para la cual no están adiestrados. En su momento, lo comentó el periodista Rafael Cardona, el ejército no es culpable de sus errores, sino víctima de su eficacia. Los militares son adiestrados para neutralizar al enemigo, donde “neutralizar” es un eufemismo de matar. Los daños colaterales son la consecuencia de mandar militares donde debe haber policías. En todo caso las fuerzas armadas son culpables de obedecer a quien no sabe mandar.
Por lo que se ve, habrá mexicanos que defenderán al ganador rechazando sus defectos y quienes lo atacaran ignorando sus virtudes. El peligro está en ambos extremos, como en muchas otras cosas se necesita el justo medio; pero para ello se precisa cierta evolución social que parece aún no alcanzamos.
“O nosotros le madrugamos bien al Caudillo, decía Oliver, o el Caudillo nos madruga a nosotros: en estos casos triunfan siempre los de la iniciativa. ¿Qué pasa cuando dos tiradores andan acechándose pistola en mano? El que primero dispara primero mata. Pues bien, la política de México, política de pistola, sólo conjuga un verbo, madrugar”
Martin Luis Guzmán, “La sombra del Caudillo”
Twitter @alexcelayav
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